Las mudanzas del soldado

En medio de un sol radiante caminó a paso fuerte, la rabia se había apoderado de él y sólo podía ver la oscuridad del espeso bosque; inmerso en su pensar, no percibió al dragón de seis cabezas que le seguía con la mirada, llamó su atención ese hombre fuerte, joven de andar altivo y mirada triste; ser soldado no era fácil, su vida estaba plagada de penurias y maltratos; aunque al verlo en  retrospectiva se dio cuenta que siempre había sido así, desde niño había pasado hambre, frío y abusos constantes, ahora solo tenía un agravante más, y era que podía toparse con la muerte en cualquier momento, pero eso no le preocupaba, su mente estaba en una encrucijada: regresar al campamento y seguir como si nada hubiese ocurrido o desertar definitivamente de la guerra; de pronto, noto que algo enorme venía acercándose, era el dragón de seis cabezas, el soldado se asustó y trato de huir, sólo le faltaba algo así para estar realmente mal, el dragón le dijo: no huyas prometo no dañarte, sólo quiero saber tu vida; titubeante, se detuvo y con un poco de temor accedió, ambos fueron a sentarse bajo un frondoso árbol para contar su historia.

El dragón le escucho atentamente y cuando concluyó su relato ofreció llevarlo con él a su palacio, ahí podría trabajar y empezar una nueva vida, más digna y tranquila; el soldado lo meditó unos instantes y aceptó.

Comenzó a subir sus pertenencias en el lomo del dragón, éste le preguntó ¿qué llevas, para que quieres tanta basura?, soy soldado, no lo olvides, los soldados guardamos y cuidamos todo cuanto nos pertenece, y, ¿qué te pertenece?; un poco molesto bajó y abrió su vieja maleta, extrajo de ella dos medallas al valor, eran de oro y sentía un profundo orgullo cada vez que las miraba, en cambio el dragón le  dijo: pero si sólo es un pedazo de metal moldeado y según por tu relato ya no representan nada para ti, estas desertando, se quedó pensando y las tiro, era cierto, su ego fue el único que lamentó este suceso; en seguida sacó unas cartas y la fotografía de una mujer, era joven y robusta, se trataba de la novia a la que no veía desde que inició la guerra y las cartas eran las que él había escrito y que habían regresado, las conservaba para mantener viva la esperanza de reencontrarse con esta mujer; nuevamente el dragón intervino y dijo: ¿no crees que ha pasado mucho tiempo y que debes quitar esa esperanza de tu corazón?, no sabes ni donde esta, ni tampoco si te sigue amando, es tiempo de buscar en otro lado; en esta ocasión su corazón le dio a entender que tenía razón el dragón, la realidad era que durante la guerra necesito un ancla buena con el mundo y estaba representada por ésta mujer.    Así uno a uno fue sacando sus preciados artículos y cada uno de ellos el dragón encontró una objeción irrefutable, terminó por tirar todo cuanto traía.

Sintiéndose libre del pasado subió al lomo del dragón listo para comenzar una nueva vida, en otro lado.

7 Responses to Las mudanzas del soldado

  1. Alisma dice:

    Hola, Angélica:

    Me gustó como planteaste el tema del desprendimiento en tu texto.

    Sólo revisaría algunas cuestiones de redacción porque en ocasiones sentía que faltaban palabras («Así uno a uno fue sacando sus preciados artículos y cada uno de ellos el dragón encontró una objeción irrefutable, terminó por tirar todo cuanto traía.»). Tal vez también cambiaría algunas comas o punto y coma, por punto y seguido.

    Saludos 😉

  2. ange1ica dice:

    Hola Alisma:
    Gracias por tus observaciones, tienes razón ahí me faltó una «a», tendré más cuidado en los subsecuentes trabajos.

    Saludos,

  3. Está muy padre tu texto. Creo que sacas una historia muy buena de la anécdota del «equipaje» y dibuja, como dice Alisma una muy buena idea de desprendimiento.

    Hay algunos errores ortográficos menores (usas indistintamente solo (como sinónimo de solamente) con acento y sin acento. Escuchó lleva acento. Creo que son errores menores. Por otro lado, tal vez una fotografía en un cuento ruso sale un poco de tono, generalmente se sitúan en los tiempos de los zares, pero mucho, muchísimo antes de que se inventaran las fotos. Podrías sustituirlo por un camafeo con cabellos de su amada o, simplemente, decir retrato en vez de foto, puede pensarse así en una pequeña acuarela. En fon, sólo una opinión.

    Beso

  4. ange1ica dice:

    Hola Fernanda:
    Gracias por tus comentarios, he notado lo de la fotografía hasta ahora que lo dices; tendré en cuenta los tiempos y la época en los subsecuentes ejercicios.

    Saludos,
    Angélica

  5. nierikadeldesierto dice:

    Hola Angélica:

    Me gustó bastante tu fragmento. Coincido con lo del desprendimiento. Yo lo que te sugeriría, sería revisar la puntuación en el último párrafo. Son demasiado largos tus enunciados, quizá podrías sustituir punto y comas por puntos. Así le darías un poco más de fluidez.

    Saludos,
    Ana

  6. Con este comentario termino mi ronda por los textos de la primera sesión… La próxima será más rápida. 🙂

    Este ejercicio incluyó agregados a la historia ya conocida en una especie de expansión de un episodio que sí leímos: otra estrategia. Además del detalle anacrónico de la foto (y de la observación general de la puntuación y la ortografía), hay otro detalle adicional que habla de una época distinta a la que podría ser la del texto: la palabra «ego», que nosotros empleamos a partir de que el psicoanálisis se hizo popular hará unos cien años.

    No hay que olvidar, claro, que este cuento (como la mayoría de las historias populares que se transmiten de manera oral) no se desarrolla en un tiempo histórico preciso, sino más bien en un tiempo mítico: un «tiempo sin tiempo», una época imprecisa que sólo podemos calificar de lejana, de ajena a la nuestra. Esto sucede con las historias de transmisión oral porque de hecho llegan a abarcar más de una época, y muchas de las personas que las escuchan y luego las repiten las modifican ligeramente, poniéndoles detalles de su cosecha. A lo mejor un ejercicio alterno que se podría hacer sería una versión de «La camisa mágica» con elementos que tendieran un puente entre lo que vemos en el texto y nuestra época: una máquina de vapor, una foto, un avión… Pero esa, claro, sería otra historia. 😉

    Saludos a todos y quedo al pendiente de los siguientes ejercicios, a partir del cuento de V. Piñera.

  7. Eduardo De la Rosa dice:

    Angélica, creo que los comentarios que le han dado a tu texto están muy completos. Yo solo te quiero decir que me gusto la intención del mismo, la historia del desprendimiento esta muy padre, me gustó mucho. Saludos. Eduardo.